¿Por qué la poesía? Mi respuesta inmediata sería para resistir, para darle sentido a la rutina. Pero analizando con un poco más de profundidad y memoria, la unión entre imagen y palabra siempre me ha acompañado, siempre he tenido esa inquietud, esa urgencia de la búsqueda, esa urgencia de la pregunta. Este camino ha sido muy personal.
Cuando estudiaba grabado en la universidad, mi portafolio era una mezcla de líneas, manchas, texturas y palabras. Fui cuestionada por el profesor, que no entendía el porqué de esa “extraña” unión. Hoy, parte de ese portafolio cuelga de las paredes de mi pequeño espacio, para recordarme ese primer asombro por la poesía. Para ese tiempo escribía en papeles sueltos, en servilletas, en bolsitas de té secas, en cartón y una vez más fui cuestionada. Crecí con miedo a la poesía, o mejor dicho, con miedo a mostrar y compartir mi poesía.
El tiempo pasó y ya soy adulta. Y la poesía sigue viva dentro de mí aunque algo ha cambiado. Mucho ha cambiado. Haciendo repaso de este tiempo, nunca dejé la poesía ni mi inquietud por la imagen, sí la guardé muy muy adentro y en secreto fui haciendo poemas que guardaba en mi mente y quise contar con las palabras la vida y en ese proceso, encontré la fotografía. También se hizo eco de mis experimentos entre imagen y palabra pero tuve miedo una vez más y guardé los negativos celosamente para mí. Nunca los imprimí.
Por mi cuenta estudié caligrafía de forma independiente, estuve casi un año tomando clases y empapándome de todo cuánto pude, el proyecto final fue una exhibición colectiva en la que mostré un pequeño librito azul lleno de letras y palabras. Aún amo hacer libros de artista aunque el rigor de la rutina convierta todo en pausa.
Ahora, el sentimiento de la poesía es distinto. Tiene otro matiz. Hay mucho de melancolía y mucho de preguntas. Ahora es una conversación que intuyo. Ahora es un tumulto de emociones que me preguntan. Ahora es una casa llena de metáforas para darle sentido a lo que crece frío y sin riesgo. Ahora la poesía es un conjunto de sombras que veo y percibo pero nunca cuento. Me voy despidiendo de la vida. Voy armando una hilera invisible de imágenes para hacerlas memoria. ¿Por qué la memoria? Aún las respuestas no existen.
Entonces vuelvo al principio. Todavía me inquieta esa unión de imagen y palabra. Todavía resisto. Y aquí estoy una vez más haciéndole frente al miedo. Dándole textura, líneas, movimiento, manchas al espejo de la vida, al espejo de mis ojos. Este camino sigue siendo muy personal.
N.