A pocos días para que termine el año, hago una breve pausa para meditar en todo lo transcurrido y vivido en el tiempo que ya se escurre entre la luz y la oscuridad. Mi lucidez más absoluta transita precisamente en éstos dos momentos: cuando corro (la luz) y en las madrugadas inquietas (la oscuridad).
Seré breve, las palabras serán más como un acto de agradecimiento y reconciliación. Ha sido un año extraño en muchas formas,doloroso y difícil en otras. A nivel global nuestra humanidad se ha puesto a prueba, nos la han querido quitar y hacernos creer que el horror de las guerras es algo normal. No puedo y no podré aceptar ese horror. Nunca. Sin miedo a creer lo que me dicta mi pensamiento crítico y mi emoción, seguiré defendiendo esa raíz que nos hace “humanos”.
En lo personal ha sido un año marcado por inicios que no esperaba y también por ciclos que se han cerrado. Otros ciclos en proceso de cierres que tomarán todavía un poco más. Cambios, nudos que han comenzado a desentrañar las rutas para el próximo o los próximos años que vendrán.
Ciertamente ya no soy la misma, pero es esa la meta que la vida te presenta: el cambio siempre es y será constante.
A pesar de la incertidumbre y del duelo íntimo que viene con los cambios me siento bien y agradecida con lo que tengo hasta ahora.
Una de las urgencias que he sentido es limpiar y sacar todo lo que ya no soy o volveré a ser. Este año decidí regalar mis materiales de arte (pinturas, pinceles, canvas pequeños que guardaba desde mucho) y salir de las pinturas pequeñas que hice en un momento dado (algunas las mostré en un viejo blog otras nunca fueron vistas) esto me tomará un tiempo más.
He ido poco a poco sacando una bolsa o dos en los días que me sentido un poco más fuerte, porque este duelo aún se resiente. Ya no seré artista. Y no sé si el arte volverá a fluir en mí. Y lo acepto.
Sé con toda certeza que ya no volveré a ser arte como lo hice una vez. Eso no quiere decir que ya no sea creativa. Una amiga me dijo que estaba en un proceso de incubación. Y así es como me siento; procesando todo, sintiendo todo, preguntando todo, doliendo todo.
Y en lo que todo en mí se sucede para encontrarme en una nueva forma y ser, recurrí a la lucidez que me brinda la luz para invocar lo mejor; me apunté en el maratón de La Perla 2024 (febrero).
Lo que no cambiará; seguiré invocando la ternura y la poesía. Me convertiré en barco para zarpar y agua para fluir. Sé que me esperan muchos aprendizajes. Muchas preguntas. Mucha curiosidad. Me toma la mano el presente mientras me vuelvo invisible y azul índigo.
Gracias 2023 por tanto.
N.