Todo vuelve otra vez al mismo punto del pasado año. Un deja vu constante. Los días se repiten como una película que no podemos descifrar. El 2021 no terminó bien y el comienzo del 2022 tampoco estuvo bien.
Estoy tratando de componer las piezas quebradizas que quedan y en este intento dibujar es doloroso. Me cuesta enfocarme y plasmar cualquier imagen o idea en el papel o monitor. También me cuesta usar color. Pero hay algo que siempre me ayuda a ir sanando y que siempre tiene el efecto de calmar esta tristeza profunda que llega y se queda por algún tiempo.
Esa herramienta se divide en dos: cámara (en cualquiera de sus formas) y ojo. Y así surgió un proyecto personal al que llevo tiempo dándole forma, cariño y pensamiento. Aún no estoy segura del nombre, pero por ahora lo he llamado Bitácora de color. La intención es recopilar en imágenes los colores que nos habitan.
El color que nos mira. El color que encontramos. El color como punto de partida y como herramienta para entrenar el ojo. El color como cura para la tristeza perenne. El color como lenguaje y poesía visual.
También les cuento que la tienda ya está abierta, si quieren apoyar mi trabajo pueden hacerlo visitándola o compartiendo este boletín. Gracias por hacerlo.