Ya en mitad de diciembre los pensamientos empiezan a juntarse como pequeños grupitos de ropa sucia, cuando las clasifico por color. No hay mucho que contar. La luz de los días ha tomado un matiz dorado que lo habita todo. El aire es más fresco, los días más cortos, amanece tarde y en grises.
De alguna, manera los últimos días del año me hacen pensar en todo lo que ha sido hasta ahora. La vida con sus tropiezos y alegrías. Etapas de transición y estancamiento. Lo que vamos sediendo, lo que perdemos, lo que ganamos. Los planes que se avecinan a ver si se quedan o se van evaporando lentamente ante nuestra mirada. Y me pregunto por que hablo en plural, eso mismo me preguntó una sicóloga regañona hace un tiempo largo atrás: mi pluralidad le despertó curiosidad y yo no volví más.
Mi pequeña libreta se va llenando de los 15 minutos que se han ido acumulando, cuando no se me ocurre nada dibujo corazones que luego olvido para después cuestionar su presencia. La fotografía siempre está presente en mis días, siempre busco mirar, quizás como un sortilegio contra el olvido, un hechizo para invocar la poesía de las cosas y darle sentido a la memoria. Es una obsesión sin cura.
Lo que veo cuando corro
Ahora es un espacio convertido en un foto blog que recoje las imágenes que voy capturando en las tardes y noches cuando corro. No siempre tomo fotos, pero cuando lo hago aparecen en este espacio.
Planes para seguir…
Dejé de hacer planes hace un par de años ya, desde que la incertidumbre se normalizó y me dejó desprovista de sueños y metas. Pero a pesar de ello hago una que otra listita para darle un poco de estructura a la creativa que trata de subsistir en mi.
No hay nada extraordinario, lo usual para mi es seguir corriendo, sanar mis finanzas y pasar por la tienda de arte a buscar otro cuaderno y hacer de mis 15 minutos una tradición de la que me pueda sentir orgullosa. Ya les contaré en enero.
Gracias por leerme,
Nieves